Aunque el primer sistema de frenos que utilizaba discos fue patentado en 1902 por Frederick William Lanchester -usaba cobre, eso sí-, antiguamente, los automóviles empleaban freno de tambor para disminuir la velocidad y detenerse. Con el paso del tiempo fueron sustituidos, ahora sí, por unos de disco más evolucionados y baratos.

Hoy, la mayoría de los coches utilizan estos últimos, pero todavía se siguen utilizando los tambores en determinados modelos. A continuación, te mostramos las ventajas e inconvenientes del freno de tambor respecto al de disco.

Seguramente, tu coche tenga un sistema de frenado compuesto por discos. Es el más actual y el que montan la mayoría de los vehículos nuevos. Por lo general, los discos son más eficaces, sin embargo, conviene saber cómo funciona cada sistema y conocer sus ventajas e inconvenientes. Recuerda que los frenos constituyen una de las partes más importantes del vehículo y forman el llamado triángulo de seguridad, junto con las suspensiones y los neumáticos.

El freno de tambor es el más antiguo y es menos utilizado actualmente. Normalmente, se reservan para el eje trasero y en coches de segmentos inferiores o de bajo presupuesto.

Se compone de un gran cilindro montado sobre la rueda que debe frenar. Cuando el conductor acciona el pedal del freno el sistema de resortes sobre los que va montado el tambor lo mueven para que este roce contra la goma, esta fricción de contacto detiene el movimiento de la rueda.

Un disco es la pieza fundamental de este tipo de frenos. Los frenos de disco son los más actuales y habituales en casi todos los vehículos, presentan además diferentes tipos y admiten sistemas para su mejora como el ABS (el origen y la historia del sistema ABS)

El disco es de acero, pero los coches de competición montan discos de fibra de carbono. Ese disco lleva adosadas un par de pastillas que ejercen la fricción con el disco para provocar que el coche se detenga. El líquido presiona sobre los pistones que, a su vez, mueven las pastillas.

Empezando por los frenos de tambor, éstos tienen dos ventajas, principalmente: la reducción de costes y la durabilidad. Para el fabricante, es más barato instalar un sistema de tambor, lo que se traduce en un menor coste también para el consumidor. Además, es más barato sustituir las zapatas.

En cuanto a la durabilidad, los elementos de desgaste de los frenos de tambor tienen una duración media de entre 80.000 y 90.000 kilómetros, aunque se recomienda revisarlos cada 30.000 kilómetros.

Algo importante a la hora de cambiar los frenos es que hay que cambiar todo el kit, es decir, las zapatas, el cilindros y el conjunto de muelles. Igualmente, hay que revisar que el diámetro del tambor cumple con las tolerancias establecidas, no está deformado ni presenta grietas o daños.

Por su parte, los frenos de disco, más eficaces que los tambores, disipan mucho mejor el calor que se genera por la fricción, son más pequeños y más eficaces en diferentes situaciones. Como regla general, los discos de freno deberían cambiarse cada dos cambios de pastillas. Los discos delanteros suelen cambiarse más rápido porque están más sometidos al desgaste: normalmente, cada 120.000 kilómetros. En cambio, los discos traseros se cambian cada 240.000 kilómetros, aproximadamente.

Aunque los frenos de tambor son eficaces, también tienen algunas desventajas, con respecto a los de disco: sobre todo, podemos destacar que necesitan más tiempo y espacio para detener por completo el coche, su precisión es limitada, tienen una vida útil menor, sufren con temperaturas elevadas y pierden efectividad cuando se hace un uso brusco.

A modo de conclusión, podemos decir que los frenos de tambor son mucho más económicos que los de disco, lo que reduce el coste final del vehículo y, además, las piezas son más baratas de cara a un futuro reemplazo. Por el contrario, aunque son duraderos, no tanto como los de disco y no son tan eficaces.

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